jueves, 24 de septiembre de 2009

Celso García Grandes Almacenes




Ya sólo nos queda "El Corte Inglés". Para mi, los grandes almacenes siempre han sido un universo completo y mágico en el que puedes encontrar todo lo que siempre has deseado. Creo que son visita obligada en cada nueva ciudad para conocerlas mejor porque ves cómo se comporta la gente, sus gustos, etc.

De pequeño soñaba con esconderme en unos grandes almacenes hasta la hora del cierre y salir de mi escondite cuando estuviesen completamente vacíos. Me imaginaba jugando con todos los juguetes, saltando sobre las camas...

En esos años había muchos grandes almacenes: El Corte Inglés, Galerías Preciados, Woolworth, Sears y cómo no, el emblemático Celso García. Recuerdo pasar por el Paseo de la Castellana (en esa época Avda. del Generalísimo) y ver su logotipo casi a nivel del suelo, porque la planta baja estaba "semienterrada". Al acercarte a la fachada se podía oir el zumbido eléctrico que emitía su nombre iluminado en color amarillo.

Por la noche, al bajar la calle Serrano desde María de Molina hacia la Plaza de la Independencia, el intrincado cartel de Celso Garcia, con sus sinuosas y suaves líneas curvas, creaba una estampa inequívoca que hacía imposible olvidar dónde estabas. Se veía desde muy lejos. Un enorme luminoso con los tubos de neon vistos, que parecía flotar en la oscuridad de la noche suspendido mágicamente sobre la azotea de todos los edificios. Formaba parte del paisaje.

La iluminación, con la calidez de sus focos incandescentes (y seguramente totalmente antieconómicos); la decoración, más bien propia de un despacho, con las paredes enteladas y su moqueta característica con la C y la G entrelazadas, atenuaban el ruido de la gente y transmitían sensación de calma. A mi corta edad, era consciente de encontrarme en una tienda lo suficientemente grande para disfrutar de la comodidad del anonimato sin la sensación de desamparo que casi todos los niños sienten en los lugares demasiado grandes o bulliciosos.

Hubo un largo periodo de tiempo en que dejé de acudir a Celso García. Pero, al final de mi carrera universitaria, la prensa anunció su cierre. Sentí que había desaprovechado la oportunidad de disfrutar de un lugar irremplazable que iba a desaparecer para siempre, de la misma manera en que se había esfumado mi niñez.

Hice mis dos últimas visitas a Celso García las últimas navidades que permaneció abierto. Ese año no hubo luces en su interior ni en su fachada para celebrar las fiestas. El ambiente era de despedida. Realicé mis compras con la sensación de estar asisitiendo al final de una época. La decoración, el escaparatismo, las tarjetas perforadas en las etiquetas en vez de los modernos códigos de barras, que ya se usaban en el resto de las tiendas, me hicieron retroceder 20 años. Paré un momento en la planta infantil y recordé a mi madre probándome ropa mientras yo refunfuñaba. Nada había cambiado. El tiempo estaba detenido. Los vendedores me atendieron con una amabilidad a la que yo ya no estaba acostumbrado, envolviendo cada prenda por separado en un papel de seda con el logotipo repetido hasta la saciedad, como si de un objeto precioso se tratase antes de introducirlas en las bolsas.

Meses después, con la cadena ya cerrada, pegué mi cara a las puertas de cristal de su edificio de Castellana. Comprendí que un estilo de entender los grandes almacenes se había extinguido. Dicen que Celso García era una tienda inadaptada a los nuevos tiempos, que había sufrido los efectos de cierta falta de innovación gerencial, en definitiva, que era una tienda trasnochada. A mi modo de ver, si se hubiese adaptado a la sociedad de hoy y hubiese sobrevivido, habría perdido su esencia y el Celso García entrañable que yo conocí habría muerto igualmente...aunque su logotipo siguiese flotando en el cielo de Madrid.

7 comentarios:

  1. Alquilemos el Harrods de Buenos Aires y montemos nuestro Celso particular, yo lo veo muy claro. Mua mua.

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  2. ¿No es mejor tu idea de montar un asador de pollos descomunal divido en tantas secciones como piezas tiene el pollo?

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  3. Celso Garcia cerro no por no adaptarse, mi padre trabajo hay desde que tuvo edad de trabajar hasta el cierre, me contó que fue por proteger a su familia de las amenazas que sufrían.
    Lo que has escrito me a hecho recordar el entrar al edificio he ir al departamento de mi padre y esperar a que terminara de trabajar. Tuve suerte, yo no tenia que esconderme, solo que mi padre estuviera ese día en niños y su amigo en juguetes, que se fueran todos y me ponía a jugar con todo lo que yo quisiera.

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    1. Es muy posible lo que dices .. eran una competencia para el resto .. para mí siempre era mi sitio preferido de compras ..

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  4. Yo trabajé 14 años en CELSO GARCÍA EN UN TALLER DE SALAMANCA Y TENIA UNA SASTRERÍA EN LA CALLE ZAMORA Y TENIA LA HIJA UNA TIENDA EN LA PLAZA MAYOR DEBAJO DEL CERVANTES SE LLAMABA CRISTY LO TUBE QUE DEJAR POR CASARME ME FUI A ZAMORA ERA UN BUEN TALLER ANGELINES

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  5. Otra cosa seme olvidó que julio iglesias se hacía los trajes allí y la madre de julio era amiga de la suegra de Celso padre en salamanca se hacían los trajes. en la sastrería juanjo menendez torrente Ballester yo era bolsillera que recuerdos más bonitos y inolvidables ahora el taller es una pub se llama la posada de las animas en la plaza de san boal salamanca

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  6. A la Terelu se quiso ligar al hijo de Celso pero le salió por la culata porque está solo le interesa la pasta€€€€€€€€€€€€€€€€€salio en busca de pareja la🐑🐑🐑🐑🐑

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