jueves, 24 de septiembre de 2009

Al Pueblo Pan y Circo


Ya vimos lo que pasó en las fiestas patronales de Pozuelo de Alarcón (Madrid) cuando los vándalos aprovecharon, cobardemente, el anonimato que proporciona la multitud y se dejaron arrastrar por la euforia que da el alcohol del botellón para destrozar el mobiliario urbano, herir de gravedad a varios policías e intentar asaltar la comisaria, que vela por la seguridad de todos los ciudadanos del Municipio.

Ahora ha sucedido algo similar en las fiestas del vecino "pueblo" de Majadahonda. La policía ha tolerado el mismo botellón que ocasionó los problemas y las lesiones a sus compañeros en las fiestas de Pozuelo, con el agravante de que se han producido apuñalamientos por la espalda de asistentes a las fiestas. Pero los responsables de seguridad del Ayuntamiento de Majadahonda prefieren no aumentar la presencia policial porque consideran que la seguridad que esto proporcionaría no es propia de las democracias.

El botellón no es un problema de los jóvenes españoles. En Europa se consume mucho más alcohol que en España los fines de semana. El problema es la falta de autoridad que permite que el consumo de alcohol se haga en la vía pública y que la gente se descontrole.

Me importa un bledo lo que les pase a los que participan en el botellón. Por mi como si tienen que hacerles un transplante de higado al mes. Allá cada uno con su vida. Pero que no interfieran con la seguridad del resto de los ciudadanos, que no ocasionen accidentes de tráfico por ir borrachos y que no mensocaben mi derecho a disfrutar de espacios públicos y mobiliario urbano en idóneas condiciones estéticas y funcionales.

La actitud transguesora que encierran estos comportamientos, responde a problemas sociales preexistentes, tales como familias desestructuradas, absentismo escolar, alcoholismo o drogas, etc (aunque no faltan jovenes malcriados de entornos opulentos), pero tampoco puede caerse en la fácil trampa de pensar como la bella Jessica de la película animada “Quien Engañó a Roger Rabitt que “era mala porque la habían dibujado así”, y que eso se convierta en un cheque en blanco para la impunidad de lo humano y lo demoníaco. A buen seguro que la lucidez y control de tales jóvenes les alcanza para no pintarse ellos mismos con pinturas indelebles o destrozar sus propias ropas o equipos musicales.

Pero no hay una voluntad de solucionar estos problemas. Los políticos (da igual el signo) no han evolucionado desde la Roma clásica y siguen con la premisa de "Al Pueblo Pan y Circo".

"Panem et Circenses" literalmente, («pan y juegos del circo») es una locución latina peyorativa de uso actual que describe la práctica de un gobierno que para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas.

La frase fue creada en el siglo I por el poeta romano Juvenal y se encuentra en su Sátira X (81). En su origen describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses (carreras de carretas y otros) como forma de mantener al pueblo distraído de la política.

Julio César mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200.000 beneficiarios. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300.000 personas dos panes gratuitos por día. Equivale en la actualidad a «pan y toros», «pan y fútbol», «pan y diversión», etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario